De globalizacin y petroleros Carlos Taibo

Hace unas semanas, y en Madrid, recib una invitacin a participar, casi de improviso, en la presentacin pblica de la plataforma "Nunca Mis". Obligado a decir unas palabras sin haberlas preparado, durante un par de minutos glos la relacin --que intua-- entre la catstrofe del Prestige y la globalizacin neoliberal en curso. Aunque entonces me dej llevar por la impresin de que mi intervencin, por su carcter muy general, estaba un tanto fuera de lugar, con el paso de los das me he afianzado en la percepcin de que, por desgracia, la catstrofe mencionada, en sus muy diversas dimensiones, es una atinada metfora de los desafueros que rodean a la modalidad de globalizacin que padecemos.

Y es que, y por lo pronto, lo ocurrido frente a la costa occidental de Galicia ha ilustrado de forma dramtica lo que se antoja una rotunda primaca de los intereses privados. As lo demuestran como poco dos hechos: si el primero es la impresentable ausencia de medidas de prevencin de esta suerte de accidentes del lado de las autoridades espaolas, el segundo lo aporta la decisin de stas en el sentido de acatar, sin mayor resistencia, los criterios avalados por el armador del petrolero. Con el paso del tiempo hemos tenido conocimiento, por aadidura, de que nuestro gobierno --que consiente el empleo, por empresas espaolas, de buques monocasco-- no puede dar lecciones a nadie, y ello pese a algn provisional espasmo de rigor como el que, un tanto patticamente, invit a retirarse fuera de las doscientas millas a un buque de dudosa condicin... que luego recal en el puerto de Algeciras. Lo lgico es preguntarse si alguien ha tenido a bien escuchar los avisos generados por accidentes anteriores y si alguien est dispuesto a aplicar, en serio, las leyes, aun en detrimento de los intereses de unos pocos.
A primera vista no es sencillo establecer un vnculo entre lo ocurrido con el Prestige y otro de los rasgos de la globalizacin neoliberal: una apuesta deslocalizadora que invita a trasladar a otros pases empresas enteras en busca, casi siempre, de salarios ms bajos, ventajas fiscales y regmenes autoritarios que permitan obtener el beneficio ms descarnado. Y, sin embargo, son prcticas de cariz visiblemente deslocalizador las que vienen a explicar el porqu de tantos buques portadores de banderas de conveniencia, la enorme dificultad en lo que respecta a identificar a los responsables finales y, en suma, el concurso de marineros que, escasamente formados, son objeto de una evidente explotacin.
Tampoco falta la relacin entre el accidente que nos interesa y otro de los rasgos vertebradores de la globalizacin neoliberal, en la forma de la aceleracin espectacular alcanzada por unas fusiones de capitales que dibujan un planeta en el que el poder se halla hoy mucho ms concentrado que un par de decenios atrs. Aun cuando resulta difcil identificar a los responsables ltimos del accidente del Prestige, las huellas que han ido dejando nos emplazan en la lnea de uno de los gigantes rusos del petrleo y colocan inequvocamente en el primer plano un negocio, el de las materias primas energticas, al que parecen obedecer muchos de los flujos militares del momento. Sin ir ms lejos, a duras penas entenderamos la razzia estadounidense en Afganistn y la creciente agresividad de Washington para con Irak sin invocar la clave que nos ocupa. El crecimiento experimentado por el trfico de petrleo procedente de Rusia remite, por lo dems, a componendas como las que han ido trabando, en la trastienda, Washington y Mosc.
Hay quien sostiene, en otro terreno, que la modalidad de globalizacin que se ha ido imponiendo lleva aparejado, tambin, un formidable engrosamiento de las redes del crimen organizado. Parece fuera de duda que muchos de los movimientos --hablamos ahora de los de cariz econmico-- de un buque como el Prestige han reclamado, y de muy diversas formas, el concurso de prcticas clandestinas. No slo eso: an est por escarbar una cuestin tan espinosa como es la relativa a los vertidos ilegales que, aprovechando la tesitura, han cobrado cuerpo en las costas del Cantbrico, en lo que se antoja una ilustracin ms del vigor de comportamientos en los que las normas ms elementales son objeto de olvido.
Agreguemos, en fin, que la vorgine de la globalizacin neoliberal ha tenido, al calor de la tragedia gallega, un par de reflejos ms. El primero lo han aportado tantos medios de comunicacin entregados a una visible manipulacin de lo ocurrido y dramticamente serviles con el poder. Su propsito, lejos de informar, ha estribado ante todo en minimizar la catstrofe a travs del ocultamiento de datos relevantes y de la asuncin acrtica --tena por fuerza que provocar la sonrisa-- de versiones oficiales de los hechos que han encontrado prontos desmentidos. El segundo de los reflejos obliga a recordar que, en un trasunto de lo que se aprecia en buena parte del globo merced a los emergentes movimientos de resistencia global, las ms de las veces ha sido nuestra sociedad civil, y no las autoridades ni las fuerzas armadas, la que ha entendido con rapidez lo que se impona hacer frente al desastre. Y es que la formidable estrategia de desmovilizacin popular que la globalizacin en curso parece reclamar no est surtiendo, por fortuna, los efectos deseados.
Carlos Taibo es profesor de Ciencia Poltica en la Universidad Autnoma de Madrid.
El diseo de la "mancha de chapapote" del fondo de esta pgina y la ilustracin del "Prestige" hundindose son cortesa del webmaster de "Ecologistas en Accin"("click" aqu)
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